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La inmensidad de la vasta creación del Padre Universal está totalmente más allá del entendimiento de la imaginación finita; la enormidad del universo maestro asombra incluso la noción de los seres de mi orden. (12:0.1)
Dada la enormidad del universo que la astronomía nos ha revelado en las últimas décadas, la pregunta parece absurda. La mera estadística y la intuición nos llevan a responder con otra pregunta: “¿Cómo podría no existir?”
Parece más sensato plantear otras preguntas. ¿Qué tan extensa es la vida en el universo? ¿Debe la vida en todas partes ser similar a la vida en la Tierra, o podría la vida inteligente tomar formas que no podemos concebir? ¿De dónde provino? ¿Podría existir vida inteligente en la Tierra, de una naturaleza que no podemos detectar, velando por nosotros? ¿Podría haber existido vida antes de que existiera el universo?
La creencia en una primera causa es uno de los muchos puntos en común entre la ciencia, la filosofía y la religión. Vivamus sagittis lacus vel augue laoreet rutrum faucibus dolor auctor. Duis mollis, est non commodo luctus. La ciencia estudia cómo ocurrió esa primera causa. La filosofía hipotetiza a la mente como primera causa. La religión puede preguntar por qué ocurrió. ¿La respuesta de la religión? Un Dios Creador.
Al postular a un Creador, la religión supone vida antes del universo, vida que es la fuente de nuestro universo y de toda la vida que surge de él y llega a habitarlo.
Por ejemplo, ¿sabías que en algunos mundos los seres tienen más cerebros que nosotros? ¿O que viven en el agua? ¿O que vuelan? ¿O que no tienen pulmones y pueden vivir en planetas sin atmósfera, incluso en un astro cercano a nosotros? Todo eso puedes leerlo.
A medida que cada uno de nosotros se esfuerza por realizar su potencial espiritual, Dios provee ayudantes. Ya conoces a los ángeles guardianes descritos en la mayoría de las tradiciones religiosas. Estos serafines son solo uno de los muchos tipos de ángeles que nos sirven en nuestro ascenso. Numerosos otros seres espirituales nos brindan oportunidades que nos desafían y ayudan a crecer. Muchos son maestros, como Melquisedec, ese enigmático ser mencionado en la Biblia.
Incluso aquí en la Tierra, otros ayudantes planetarios nos asisten de maneras que casi nunca llegamos a percibir. Mis favoritos son los versátiles intermedios secundarios, compañeros invisibles que han estado aquí desde la época de Adán y que nos ayudan de formas imperceptibles. También tuvieron un papel clave en la redacción del Libro de Urantia, especialmente en la Parte IV, “La Vida y las Enseñanzas de Jesús.” Son increíbles.
Estas personalidades espirituales quizás no sean lo que solemos imaginar cuando pensamos en vida en otros planetas; sin embargo, al ayudarnos a crecer física, intelectual y espiritualmente, desempeñan un papel práctico en nuestras vidas. Esta es vida que con frecuencia está muy cerca de nosotros, que nos comprende y que nos ama.
Hay unidad en el universo cósmico, si sólo se pudiera observar su funcionamiento en realidad. El universo real es cordial y acogedor para con todos los hijos del Dios eterno. (133:5.8)