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La historia de Jesús que descubrirás en El Libro de Urantia ofrece respuestas a muchas preguntas sin resolver sobre su vida. Amplía enormemente la forma en que es representado en las religiones cristianas.
De hecho, Jesús advirtió a sus seguidores en contra de formar credos y tradiciones, como las que se han desarrollado en torno a su vida en la Tierra. En lugar de eso, él deseaba liberar a las personas de creencias religiosas restrictivas. Les otorgó libertad espiritual.
Jesús enseñó que cada uno de nosotros puede desarrollar una relación personal con Dios, y que Dios nos ama infinitamente. La muerte de Jesús en la cruz no fue un sacrificio por nuestros pecados para aplacar a un Padre de furia. Jesús vino a la Tierra para revelar el amor de Dios por cada ser humano.
Jesús nos mostró que el amor es la fuerza más poderosa del universo. Y quiere que nuevamente lo demostremos, a través de la forma en que vivimos nuestras vidas.

Dios es la Primera Fuente y Centro del cosmos. El Libro de Urantia enseña que la creación de Dios es inmensa y que las grandes regiones del universo están habitadas por seres humanos, celestiales y espirituales.
El libro también nos dice que el cosmos sigue en proceso de creación. Jesús es uno de los muchos seres divinos llamados Hijos de Dios, quienes juegan un papel en su desarrollo y expansión. Él es el creador de una parte del universo donde se encuentra el planeta Tierra. En el libro, nuestro planeta es llamado Urantia.
El Libro de Urantia presenta a Jesús como un Hijo de Dios dentro de un universo grandioso.

Como una personalidad divina, Jesús eligió experimentar la vida como ser humano en este planeta hace 2,000 años.
Vino a la Tierra por dos razones principales: para revelar a Dios a los hombres y mujeres de todas las generaciones en este mundo y en otros, y para demostrar las alturas espirituales a las que los seres humanos pueden llegar si viven como él vivió. Jesús sirvió desinteresadamente a sus semejantes y buscó hacer la voluntad de Dios en todo momento.
Enseñó que todos somos hijos de un Dios amoroso y, por lo tanto, hermanos y hermanas entre nosotros. Trajo esperanza, consuelo y alegría al enseñar que una fe sencilla es la clave para la vida eterna en la familia de Dios.
Su espíritu sigue presente entre nosotros, guiándonos hacia la verdad y la luz.

La Parte IV de El Libro de Urantia, sobre la vida de Jesús, narra su vida desde su nacimiento hasta su muerte. La mayor parte de ella, especialmente los años que abarcan su niñez, adolescencia y juventud temprana, nunca había sido revelada antes.
El libro entra en gran detalle sobre su carácter incomparable, sus relaciones con su familia y los apóstoles, sus encuentros y aventuras en sus viajes, sus milagros, sus enseñanzas y parábolas, su muerte y resurrección. Es una historia hermosa e inspiradora del ser humano más grande que jamás haya existido.
El Libro de Urantia dice que de toda la información que contiene, lo más valioso es el conocimiento de la vida espiritual que Jesús vivió.

La historia de Jesús en El Libro de Urantia es profundamente humana y vívida. Los lectores llegan a conocerlo y sentir quién era realmente y cómo era por dentro. Experimentamos cómo fue incomprendido y cómo trató con tanta compasión a sus enemigos. Su persona cobra vida a medida que leemos las descripciones de su personalidad maravillosamente equilibrada.
Era un hombre de “bondad inagotable” que “tocaba los corazones de los hombres.” Sin embargo, su fortaleza de carácter asombraba a sus amigos.
Era verdaderamente sincero, pero al mismo tiempo razonable y accesible. Franco, pero siempre amable. Directo, pero siempre amigable. Vivía según los ideales más elevados, pero era práctico y lleno de sentido común.
Jesús no tenía miedo: era valiente, pero nunca imprudente. Tenía una mentalidad abierta y siempre buscaba la verdad en las enseñanzas de los demás.
Era una persona inusualmente alegre, pero no un optimista ciego. Tenía una confianza inquebrantable tanto en Dios como en el ser humano.
Confiaba en Dios como un niño pequeño confía en su padre terrenal. Y amaba a los hombres y mujeres como hermanos y hermanas. Simplemente “iba por el mundo haciendo el bien.”

Jesús llegó a comprender a Dios a través de la fe, de la misma manera en que todos podemos hacerlo. Su religión se basa en una relación espiritual personal con Dios. Tenía una fe tan fuerte que disipaba todas las dudas. Estaba completamente seguro de la guía de Dios.
Dedicó su propia voluntad a cumplir la voluntad de su Padre Creador. Siempre fue consciente de la presencia de Dios. Oraba con inteligencia y adoraba con sinceridad.
Jesús no exige que sus seguidores crean en él. Más bien, desea que crean con él en la realidad del amor de Dios. Desafió a sus seguidores a creer como él creía.
«Seguir a Jesús» significa compartir personalmente su fe religiosa y entrar en el espíritu de la vida del Maestro de servicio altruista al hombre. (196:1.3)
Para más información sobre la vida y enseñanzas de Jesús, consulta "Parte IV. La Vida y las Enseñanzas de Jesús" de El Libro de Urantia.